A principios de este decenio ya se sabía que Barcelona organizaría los XXV
Juegos Olímpicos de Verano de la Era Moderna. Era una candidatura de consenso
en la que intervinieron tanto el Gobierno Central, el Gobierno Autonómico, el Ayuntamiento
de Barcelona, la Diputación Provincial y otros organismos.
La situación económica era de crisis: La dependencia energética y la crisis
del petróleo habían provocado el incremento de la inflación y el desempleo. Era
necesario activar el sector industrial.
Con anterioridad a esta fecha se habían llevado a cabo las privatizaciones
de las empresas pertenecientes al Instituto de Industria reminiscencia de la
época de crecimiento económico de España en los años del desarrollismo y de los
planes de desarrollo quinquenales.
Barcelona era un punto de inmigración y había crecido, desde los años 50 a
modo de ciudades dormitorio situadas en la periferia del núcleo urbano con la
creación de urbanizaciones tales como Bellvitge, Badalona , San Adrián del
Besós, Hospitalet, etc.
Resumir la actividad industrial de este decenio y principios del siguiente es una tarea ardua.
Quizás lo más destacable, a nivel de infraestructuras, es la construcción
de las dos Rondas de Circunvalación Urbana, un proyecto de los años 60, cuando
José María de Porcioles era el Alcalde de Barcelona, los accesos al Túnel de la
Rovira, la Reforma de la zona litoral y la creación del Barrio del Pueblo
Nuevo, la construcción del Puerto Olímpico, la Reestructuración de la Montaña
de Montjuïc con la creación de zonas verdes y del Anillo Olímpico.
Destacan la Reforma del Estadio Olímpico, recuerdo de los Juegos Deportivos
que se celebraron en el año 1936, la Construcción del Palau Sant Jordi, la
Torre de Comunicaciones Calatrava, las Piscinas Bernardo Picornell, la Sede del
Instituto Nacional de Educación Física y otras reformas en los Palacios que se
construyeron para la Exposición Universal de 1929.
A.P.